
El libro más mítico e ingenioso de nuestra Historia, El Quijote, tiene casi 1.200 páginas. Es mucho, sí, pero gracias a su ingenio y originalidad, leerlo es, para la gran mayoría, un auténtico placer. Hay informes empresariales que, si los comparamos con la obra anteriormente citada, son breves: tan solo tienen 500 páginas. Pero, ¿por qué entonces son tan complicados, tan aburridos, tan costosos de leer?
Nos hacen perdernos entre un mar de datos e información en el que difícilmente avistamos la costa. A veces parece que lo entendemos, pero un minuto después estamos más perdidos incluso que antes y no sabemos por dónde continuar. Eso es lo que nos pasa cuando somos receptores de toda esa información tan compleja. Pero cuando somos emisores, cuando estamos intentando transmitir ese mensaje, NUESTRO mensaje, la situación cambia completamente. Nosotros no nos perdemos en esos datos, los tenemos claros, no luchamos por entenderlos, sino por hacerlos comprender. A nadie le gusta que la gente se aburra con sus propuestas, o que las vean como un auténtico caos y no entiendan nada. Representar un proceso complejo o una información densa no resulta fácil. La infografía se está haciendo un hueco en el mundo actual pero, a menudo, se cae en la tentación de dibujar infografías pensando más en el dibujo que en la verdadera información que queremos transmitir. Caer en ese error, para nosotros, significa caer en la incompetencia.
“La infografía se está haciendo un hueco en el mundo actual pero, a menudo, se cae en la tentación de dibujar infografías pensando más en el dibujo que en la verdadera información”.
Para transmitir visualmente gran cantidad de información y que todo un informe de 500 páginas quepa en un solo folio, debemos ser muy cuidadosos. Hay procesos, presentaciones, informes…que, a menudo, nos apabullan la vista y los vemos mucho más complejos de lo que son en realidad, son una mezcla explosiva que, cuando estalla, dispara metrallas de pérdida de atención. La única forma de evitarlo es organizar los datos de forma clara, redefinir de forma precisa los pasos a seguir, encaminar la vista de nuestros lectores hacia donde queramos, para marcarles el camino, sin confusiones, para que no se pierda en esa oleada de información, para que no se agobie.
Cuando un cliente nuevo requiere nuestros servicios, hay algo que debe tener claro: nosotros no somos expertos en lo que quiere transmitir, no conocemos bien sus datos. Ése es nuestro primer objetivo: ponernos en su piel, adentrarnos en su mente.
Investigar paso a paso su información y simplificarla a la más mínima expresión. Algunas veces ocurre que, tienes tanta información que ofrecer, que no sabes ni por dónde empezar. El mismo director de una empresa puede sentirse perdido o desconcertado si no sabe cómo transmitir esos datos. En Ernesto Olivares Visual Information vamos más allá del gráfico. Visualizamos y nos adentramos en ese mundo desconocido de datos, en ese mundo del que no somos expertos, para hacernos profesionales por un día. Localizamos esos datos, los analizamos e intentamos sacarles todo el partido posible. Es la mejor forma de que no se nos escape nada, es nuestra forma de hacer infografía.
“Visualizamos y nos adentramos en ese mundo desconocido de datos, en ese mundo del que no somos expertos, para hacernos profesionales por un día. Localizamos esos datos, los analizamos e intentamos sacarles todo el partido posible”.
Pero más allá del análisis de la información, más allá de los gráficos y de su interpretación, hay algo clave en nuestro trabajo que no podemos obviar: los bocetos. Son un elemento básico en nuestros proyectos por varios motivos. Necesitamos plasmar, de la forma más real posible, lo que nuestros clientes tienen en su cabeza. Es algo básico, sí, pero por desgracia, a veces de lo básico se prescinde si el proyecto final se parece o puede hacerse pasar por otro que sí ha seguido cada paso del proceso. Se parece en lo superficial, pero no cumplirá la misma función ni alcanzará los objetivos previstos.
Meterse en la mente de una persona no resulta tan fácil como pensamos. Pero, como todo el mundo se equivoca, desde nuestra empresa entendemos que el boceto es algo fundamental. Solo así podremos mostrarle a nuestro cliente su idea plasmada en un papel. En caso de que la desestimase, ahorraríamos tiempo, porque solo tardaríamos unas horas en cambiarlo de nuevo y el cliente no tendría que esperar para ver el resultado final. De esta forma, podremos rectificar en cualquier paso, echarnos atrás en cualquier momento y solo seguiremos hacia delante con una condición: que nuestro cliente quede totalmente satisfecho con nuestro trabajo.